Saturday, November 27, 2010

CUENTO DE NAVIDAD


INOCENCIA PERDIDA

Era una fría noche de Enero; Para más señas,¡ vísperas de Reyes!, y en todas las casas de un pueblito, a los niños se les
Mandaba a dormir temprano, ¡pues esa noche llegaban los Reyes Magos!

En una humilde casa, vivía una familia que tenia cuatro hijas, por supuesto la mayores, sabían sobradamente que esa noche los
Reyes no iban a dejarle nada, ya estaban acostumbradas, pero quedaba la pequeña.
Ella no entendía de economía, solo se fue a dormir esperando que al día siguiente, estuviese en sus zapa titos la ansiada muñeca
que les pidió. La madre junto a las otras hijas, comentaban en la salita sobre esa noche, y la hija mayor le decía, ¡madre a la
“niña” hay que echarle algo, y la madre tristemente le contesto, ¡no hay dinero! pero ella seguía diciendo… ¡es muy pequeña madre!
¡hay que hacer algo!
Entonces, la tercera de las hijas habló, madre, hoy las tiendas no cierran asta las doce de la noche y te dan lo que queda a mitad de precio.
Ella seguía diciendo… ¡no hay dinero…no hay dinero!
La chica no dijo nada, se puso su chaqueta vieja y zurcida por los codos, subió la cuesta de su calle para llegar a tiempo a la tienda.
En su mano apretada, llevaba todo su caudal, ¡cinco pesetas! Llegó a la ansiada tienda, ¡estaba toda revuelta! las cajas vacías por el suelo, daban
cuenta de la frenética carrera de esa noche para vender todos los juguetes

Solo quedaban en la tienda dos personas (que como ella) tenían el mismo problema, eran padres agobiados por no tener nada que dejar en los
gastados zapatos de sus hijos. La niña le dijo al dueño; Cándido, (así se llamaba) quiero una muñeca para mi hermana,¡ten el dinero! abrió su pequeña
mano y soltó las cinco míseras pesetas. El comerciante la miró, y le dijo, ¡niña! ¿Como quieres una muñeca con ese dinero? ella le contesto, ¡es lo.
único que tengo! Pero… ¡te puedo bailar María de la Ho! a Cándido le hizo tanta gracia su baile…¡que le regalo una preciosa muñeca de cartón!
A la mañana siguiente, la niña tenia en sus zapatitos la muñeca que ella había pedido a los Reyes Magos.

Pasaron muchos años… ¡tal vez demasiados! Las niñas se hicieron mujeres, y cada una creó su propia familia, y en todas las casas nunca pasaron los
Reyes sin dejar nada.
Pero un año antes de morir la “niña” sabiendo cerca su muerte, llamó un día de Reyes a su hermana la que hizo posible su sueño de niña.
Al escuchar su llamada, la hermana le pregunto, ¿Cómo es que me llamas hoy? Ella le dijo, ¿te recuerda algo este día? Y ¡claro! le vinieron a la mente
Los viejos recuerdos de una triste infancia; Entonces le dijo, quiero darte las gracias por lo que hiciste esa noche, yo estaba escuchando todo detrás de
la puerta de la habitación.
La hermana cuando colgó el teléfono, y se echó a llorar sin consuelo, pues en ese momento, se dio cuenta de que esa noche de Reyes, ¡Su hermana
pequeña!, había perdido su ¡¡INOCENCIA!!